Onésimo Cepeda es un personaje controversial. Sus declaraciones generalmente generan polémica en los medios de comunicación y en la opinión pública.
¿Quién es Mons. Onésimo Cepeda Silva? El monseñor Onésimo no es un personaje que pase desapercibido en ciertos ambientes político-eclesiales de México, aunque si bajamos varios peldaños en la escala social, tal vez no sea tan conocido como parece. De ahí y, con el fin de ubicarlo mejor, mencionamos algunos datos sobre su persona. Nació en la ciudad de México el 25 de marzo de 1937. Su ministerio sacerdotal lo ejerció en Morelos junto al obispo D. Sergio Méndez Arceo. Fue el primer obispo de Ecatepec, 1995, nombrado por San Juan Pablo II. Actualmente es obispo emérito de dicha Diócesis. Desde su nombramiento como obispo, nunca fue cambiado de Diócesis y pasó en Ecatepec 17 años de su ministerio episcopal. Antes de ser sacerdote y luego obispo, fue abogado titulado por la UNAM e incursionó en el mundo de los negocios de la mano de Carlos Slim y otros prominentes empresarios que según información, no le faltaron recursos materiales para tener una vida holgada y de muchos privilegios.
Onésimo Cepeda es un personaje controversial. Sus declaraciones generalmente generan polémica en los medios de comunicación y en la opinión pública. Nadie duda que siempre quiso estar “en primera fila”, es decir, para bien o para mal, lo importante es hacerse notar. De él se cuentan muchas anécdotas, una de ellas vale la pena comentarla:
Todo obispo al cumplir 75 años debe presentar su renuncia al Papa. Esto lo suelen hacer siempre por medio de una carta que a través de la Nunciatura se envía a Roma y el Papa decide si le acepta la renuncia de inmediato o le da un tiempo de gracia que bien puede ser de uno o dos años más como obispo de la diócesis. Onésimo, aprovechando que el Papa Benedicto venía a México por esa fecha (2012), decidió entregarle la carta personalmente a Benedicto XVI en León, Gto; puesto que su relación con el Nuncio Christophe Pierre no era de todo cordial. Sus amigos obispos de dijeron que no se la entregara ahí porque le aceptaría la renuncia de inmediato. Y así fue. No tardaron mucho días donde el Papa le aceptaba la renuncia y nombraba a un nuevo obispo para Ecatepec. Aceptar una renuncia de inmediato quiere decir que la autoridad superior no está de acuerdo con el puesto que ocupa. Para un obispo o cardenal, eso significa una afrenta.
Onésimo Cepeda después de su retiro como obispo residencial, hace 11 años y fuera de los reflectores de la prensa, nos sorprendió con su brevísima postulación como candidato a Diputado plurinominal por el distrito 21 del estado de México. Como sabemos, iba por el partido político “Fuerza por México”. ¿Quién conocía a este partido antes de salir a la palestra Onésimo Cepeda? Muy pocos habían oído hablar de esta organización política.
El mismo Onésimo sabía que no podía ser candidato porque se lo impide la ley civil y eclesiástica. Civil porque, según la Ley de Asociaciones Religiosas, para que un ministro de culto pueda ejercer un cargo de elección popular, debe, al menos, haber renunciado cinco años antes como ministro de culto. Cosa que no ha hecho el obispo Cepeda. Por otro lado, el Derecho Canónico que rige a la Iglesia, prohíbe explícitamente ejercer un puesto político, a no ser con el consentimiento explícito de la Santa Sede, es decir, del Papa. Es lamentable que un personaje como Onésimo Cepeda pretenda ser Diputado. No dudamos de su capacidad, a pesar de su edad y con una salud un tanto precaria, aunque él niegue lo contrario. El presidente del partido mencionado justificaba su nominación diciendo que ya lleva retirado de su cargo eclesiástico por más de cinco años como marca la ley. Lo que no dijo es que para ejercerlo debía renunciar a ser sacerdote.
Sea lo que sea, el objetivo se cumplió. Dar a conocer a un Partido político desconocido en la opinión pública. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) que agrupa a todos los obispos de México, de inmediato sacó un comunicado donde se deslinda de su promoción como Diputado. El descrédito y los comentarios “morbosos” en los círculos políticos y sociales corrieron como fuego en un cañaveral. Un dignatario eclesiástico que se digne a semejantes componendas, deja mucho que desear y el daño que infringe a la Institución a la que pertenece es mayor a cualquier otro beneficio. En otras palabras y como se dice en la Moral: “El fin no justifica los medios”.
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