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México somos todos: participar es nuestra responsabilidad

Nuestra incipiente democracia parece tambalearse por intereses de grupos de poder y otras fuerzas ocultas que parecen querer descarrilarla de los caminos democráticos de México.


Ayer fui con un amigo a tomar un café y platicar un rato sobre diferentes asuntos que teníamos que abordar. Sin darnos cuenta, el mesero muy atento, por cierto, intervino en nuestra conversación al escuchar que hablábamos sobre las elecciones del próximo domingo. El muy aguerrido mesero me pregunta por mi voto. Le respondí que todavía no tenía definido a quién votar porque no veía nada nuevo en ninguno de los partidos que nos mostrarán las boletas. Musita unas palabras casi inaudibles diciendo que es cierto. Ocasión que aproveché para devolverle la pregunta: ¿Y usted, por quién votará? Con firmeza me dijo: “por quien nos ayuda”.


La breve conversación con el mesero me lleva a hacer algunas reflexiones que deseo plasmar en este escrito. Para nadie es un secreto que México es un mosaico de lenguas, pueblos originarios, culturas y costumbres diferentes. Sin embargo, a lo largo de la historia nos hemos ido forjando una identidad como nación que nos ha llevado a luchar, primero, por la Independencia, ante un largo sometimiento de parte de los conquistadores. Después, una revolución que causó muchas muertes buscando una mayor igualdad entre los mexicanos en aras de la libertad. Igualdad y libertad que con el correr de los años apenas sabemos lo que es.


Los derechos de las personas y las conquistas sociales han hecho posible que logremos un régimen democrático, nada sencillo de conseguir, pero con resultados plausibles para la ciudadanía donde hoy se puede expresar con libertad a la hora de elegir a sus representantes en los Poderes de la Unión. Sin embargo, nuestra incipiente democracia parece tambalearse por intereses de grupos de poder y otras fuerzas ocultas que parecen querer descarrilarla de los caminos democráticos de México.



El próximo 6 de junio el pueblo de México está llamado a votar en las urnas a miles de representantes en el orden federal, estatal y municipal. Nada está escrito todavía. Aunque algunos ya se quieren proclamar vencedores sin haber terminado la carrera. Elecciones que están marcadas por la violencia y la sangre derramada de varios candidatos. ¿Hasta cuándo va a parar esta barbarie? Ésta es la pregunta que muchos nos hacemos. Los responsables de guardar el orden y la paz parecen lavarse las manos como Pilatos ante la ejecución de tantos inocentes. Los discursos y las promesas de los políticos nos aburren porque casi nada de lo que dicen lo llevan a cabo. Los ciudadanos nos hemos vuelto rehenes de grupos y partidos que parecen buscar el poder por el poder para beneficiarse a sí mismos o al grupo que representan.


Quien más, quien menos, nos quejamos de lo que estamos viendo y viviendo. Unos porque el partido gobernante nos está llevando a la ruina por no saber gobernar y sólo busca sus intereses; otros, debido a los malos gobiernos anteriores y guardando sus intereses, no permiten que se den los cambios que el país necesita. Sin embargo, debemos caer en la cuenta de que nada cambiará si cada uno de nosotros no cambia de actitud.

Debemos participar activamente como ciudadanos contribuyendo a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenecemos. La participación es un deber que todos hemos de cumplir conscientemente y de modo responsable con vistas al bien común.


Hoy más que nunca necesitamos estar informados y formados para discernir lo que mejor convenga a los intereses propios y de México. Pareciera que nuestra democracia no se basa en ideas y conceptos, derechos o participación, sino más bien en intereses materiales. Como decía el mesero mencionado: “mi voto es para el que más me dé”, es decir, desde un tinaco, unos miles de tabiques o una cantidad de dinero. Eso vale mi voto. Lo cual indica que la mayoría de los diversos sujetos de la comunidad civil, en cualquiera de sus niveles no está formada, ni escuchada e implicada en el ejercicio de las funciones que una participación activa desarrolla.


Desde aquí, hacemos un llamado a la sensatez, civilidad, respeto, inclusión y solidaridad en este tiempo especial que nos ha tocado vivir y que dependerá de cada uno de nosotros el futuro que queremos dejar para las siguientes generaciones.







 


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